EDITORIAL

 

Los linfocitos Th1 no son exclusivos de la inmunidad celular

 

 

Lymphocytes Th1 are not exclusive of cellular immunity

 

 

Dr. Rolando Felipe Ochoa Azze*

 

Departamento de Inmunología. Universidad Médica de La Habana. Ave. 31 y 146, Playa, La Habana, Cuba.

email: ochoa@finlay.edu.cu
*Dr. en Medicina. Doctor en Ciencias Médicas. Profesor e Investigador Titular /Full Professor. MD, PhD.


Los linfocitos T cooperadores CD4+ (Th de “helper”) se dividen en subpoblaciones, entre las que se destacan Th1 y Th2. A lo largo de mi vida profesional he observado que muchos investigadores asocian a la subpoblación Th1 exclusivamente con la inmunidad celular, incluso aquellos que trabajan en vacunología; criterio citado en presentaciones de eventos, artículos científicos, trabajos de diploma, tesis de especialidad o para grados científicos. Al igual ocurre con diversos libros de texto. Pretendemos polemizar y mostrar que esta subpoblación no está limitada a esta vertiente de la inmunidad, y que es vital para la respuesta humoral.

Ante todo destacar que la separación de la inmunidad en sus vertientes humoral y celular es puramente convencional. Generalmente coexisten en un balance que se inclina de uno a otro lado según la característica del estímulo inmunogénico, y la necesidad subsiguiente de activar mecanismos capaces de contrarrestar la agresión biológica (1).

Se pudiera ir más lejos, señalando a su vez que tampoco existe separación entre la inmunidad innata y la adquirida. Recordemos tan solo los mecanismos efectores de la inmunidad humoral, en los que participan activamente las células fagocíticas y la lisis mediada por el complemento, entre otros.

Se conoce que las células Th1 son necesarias para activar los macrófagos, de forma tal que sean capaces de fagocitar y destruir microorganismos. El Cellular and Molecular Immunology, de los autores Abul K Abbas, Andrew H Lichtman y ShivPillai, libro de consulta obligatoria para todo profesional dedicado a la inmunología, señala que esta es su principal función (2). Aseveración a mi juicio que debe matizarse, como más adelante se discutirá.

Otros investigadores asocian solo el patrón de respuesta mediado por linfocitos Th2 con la inmunidad humoral propiamente dicha. Estas células colaboran con las células B para la producción de anticuerpos de la clase IgG4 e IgE. Entonces, ¿cómo puede sostenerse que la mayor parte de las vacunas preventivas actualmente en el mercado estimulan la vertiente humoral del sistema inmune, si esta se asocia únicamente a las células Th2? Subpoblación que se activa ante helmintos y alérgenos.

Por supuesto que este enfoque no es correcto. Las vacunas preventivas timodependientes de subunidades, ampliamente usadas en todos los esquemas de vacunación, inducen anticuerpos de la clase IgG; las proteicas o las de polisacárido conjugadas con proteínas portadoras, en cambio inducen anticuerpos de las subclases IgG1 e IgG3. Características de la respuesta inducida por los linfocitos Th1, mediante mecanismos de cooperación celular.

El cambio de isotipo ante el estímulo inmunogénico, natural o artificial, es regulado por las citocinas producidas por las células Th. Este varía según la subpoblación de linfocitos Th que se active, y que a su vez depende de la naturaleza del agente biológico y los mecanismos efectores necesarios para controlar la infección (3).

La afirmación de que las células Th1 son importantes en la inmunidad celular es cierta, pero a mi juicio incompleta. No hay dudas de que para un adecuado funcionamiento de esta vertiente del sistema inmune se requiere de esta subpoblación, cuya célula efectora final es el macrófago activado, así como de la actividad de los linfocitos citotóxicos. Sin embargo, la subpoblación Th1 juega un rol vital para la producción de anticuerpos dirigidos contra el agente infectante o sus productos tóxicos (4). Dentro de los anticuerpos protectores se incluyen los que inactivan los productos tóxicos solubles, facilitan la fagocitosis y la digestión intracelular de los microorganismos, fijan el complemento sérico para dañar cápsulas y membranas y neutralizan la proliferación de los gérmenes infectantes (1, 5). Los anticuerpos son eficaces no solo contra bacterias extracelulares, sino contra muchas enfermedades virales, evitando la penetración celular y previniendo que se alcance el órgano blanco, como sucede en el caso del poliovirus o el virus de la hepatitis B.

La función efectora de los linfocitos Th1 está mediada por citocinas, que estimulan no sólo la secreción y el cambio de clase de anticuerpos, también inducen inflamación local e incrementan la actividad fagocítica y microbicida de los macrófagos. De esta forma se integran ambas vertientes del sistema inmune.

Se conoce que la defensa contra agentes biológicos en el espacio extracelular es mucho más compleja, y requiere del concurso de diversas células del sistema inmune: los linfocitos Th1 y Th2 ya descritos, los linfocitos Th foliculares y los Th17. Además de las células B activadas y las subsecuentes células plasmáticas, sin olvidar las imprescindibles células presentadoras de antígenos, fagocitos mononucleares, neutrófilos, mastocitos, basófilos y eosinófilos.

El Dr. Andrew H Lichtman, coautor del libro que se citó en varias oportunidades, participó como profesor en el AdvancedImmunologyCourse que se realizó en La Habana en el mes de mayo del año 2011. En su conferencia, titulada “CellMediatedImmunity: Helper T Cells” se refirió a errores conceptuales comunes acerca de las subpoblaciones Th1 y Th2, dados por restringir la inmunidad humoral a esta última y limitar la primera subpoblación a la inmunidad celular. Sin embargo, es lamentable que estos criterios no queden claramente definidos y sin ambages en el libro que nos ocupa.

La inmunidad a mi juicio es una sola, las subpoblaciones linfocitarias, mejor definidas en modelos murinos que en humanos, se encuentran en un equilibrio dinámico. Su expansión, diferenciación o restricción, dependerá de la naturaleza del agente biológico. Por otra parte, la respuesta innata se encuentra en la génesis de la adquirida, participa en la fase de reconocimiento y activación de la misma, así como en sus mecanismos efectores.

¿Cuál es la importancia práctica de estos conceptos para la vacunología? Puede resumirse señalando que el desarrollo de vacunas debe tener en cuenta la estimulación preferencial de la vertiente del sistema inmune que sea más idónea para prevenir, controlar o eliminar la enfermedad.

 

REFERENCIAS

 

1.  Ochoa R, Sierra G, Martínez I, Cuevas I. Mecanismos de defensa frente a las infecciones (II). Fase efectora de la respuesta inmune. Capítulo 3. En: Prevención de la enfermedad meningocócica. La Habana: Finlay Ediciones; 2010.p.43-57.

2.  Abbas AK, Lichtman AH, Pillai SH, editors: Effector Mechanisms of Cell-Mediated Immunity. Chapter 10. In: Cellular and Molecular Immunology.7th ed., Philadelphia: Saunders; 2011.p.225-42.

3.  Abbas AK, Lichtman AH, Pillai SH, editors: B Cell Activation and Antibody Production. Chapter 11. In: Cellular and Molecular Immunology. 7th ed., Philadelphia: Saunders; 2011.p.243-68.

4.  Abbas AK, Lichtman AH, Pillai SH, editors: Immunity to Microbes. Chapter 15. In: Cellular and Molecular Immunology.7th ed., Philadelphia: Saunders; 2011.p.345-64.

5.  Abbas AK, Lichtman AH, Pillai SH, editors: Effector Mechanisms of Humoral Immunity. Chapter 12. In: Cellular and Molecular Immunology.7th ed., Philadelphia: Saunders; 2011.p.269-92.